No sabía que en realidad hablaba de lo que sería la motivación inconsciente y más “nuclear” de mi búsqueda corporal general, ni que apuntaba hacia la esencia de lo que, al final, iba a incentivar cualquiera de mis investigaciones corporales, aunque fuera de forma indirecta o inconsciente.
La respiración – o el cómo se respira – refleja como uno se considera, como se vive y vive su vida, como se relaciona con los demás… Atestigua todos los traumas que se han sufrido desde la niñez, a raíz de un sinfín de creencias y condicionamientos que limitan la propia expansión. Evidencia como se los ha gestionado (y se siguen gestionando); lo que se manifiesta en el ritmo respiratorio, su cadencia, su amplitud…
Reducir la capacidad respiratoria es una de las primeras elecciones físicas no conscientes que se hace en la niñez para lidiar con las situaciones que asustan. La manera individual de respirar se configura básicamente en respuestas a los miedos que se han padecido de forma regular o intensa a temprana edad, y el intento de controlarlos y de no sentir más dolores similares.
Los miedos y dolores se expresan a través de la forma de sentir, pensar y actuar que uno "formatea" – sea para compensar, olvidar, huir, o luchar contra estos. Apuntan hacia todo lo que nos limita, y se reflejan en lo que limita la propia respiración. Como se respira atestigua de los bloqueos que impiden su fluir libre. Habla de lo que se enquistó, lo que se fijó o se congeló en nuestros pulmones, visible en la manera de ser y los patrones de conducta que inmovilizan, estancan o paralizan.
Cualquier limitación que se evidencia en la respiración está ligada a unas alteraciones que la condicionan y que se reproducen a diario.
Para recobrar una respiración plena (que permita vivir plenamente), se necesita indagar en lo que la inhibe o coarta con "consciencia empírica ". Por eso, si se la considera desde su solo aspecto físico y si se intenta "mejorarla" con unos ejercicios respiratorios que obvian lo que realmente le impide expandirse, por buenos que sean y por mucho que se practiquen, a lo sumo se podrá cambiar puntualmente la forma de respirar.
Para que desaparezcan los condicionamientos profundos que la alteran y la oprimen y así “sanar” su respiración, hace falta desvelar "cómo" y "en qué" la perjudican ciertas conexiones que establece con el plano mental y emocional. Cuanto más sean reconocidas, aceptadas y atendidas estas conexiones, más se podrá despojar el acto de respirar de lo que lo sujeta o restringe.
Esta propuesta, “o laboratorio de investigaciones respiratorias” nació de lo que descubrí en este viaje fascinante que emprendí hace décadas; un crucero sin fin que tiene por rumbo el deseo de recobrar una respiración que se asemeje cada vez más a su plan físico primigenio…